Antes de referirnos a la distopía reinante en tiempos actuales, es importante definir a qué obedece el término, y sobre todo conocer la trayectoria que nos ha llevado al cumplimiento de profecías como las de George Orwell con su famosa obra “1984”, o Aldous Huxley con su “Mundo feliz”
Desde niño he oído el término “utopía”, cuando alguien se refería a alguna visión profética de algo o alguien con la intención de construir un mundo “ideal”, en donde reinase la felicidad, la fraternidad, la igualdad, el respeto, la armonía y todas las bondades humanas posibles, habiendo trascendido e integrado todos nuestros defectos, sensaciones de carencia o sentimientos de inferioridad.
Un mundo sin hambre, sin guerras, sin enfermedades, sin asesinatos, sin robos, sin abusos. En definitiva, un mundo en el que todo el mundo piensa o ha pensado en algún momento, pero solo por unos instantes de lucidez, antes de volver a la supervivencia de tener que comer, pagar un alquiler o una hipoteca, mantener a una familia, o cualquier otra necesidad vital.
En una sociedad distópica, estos elementos utópicos están presentes, aunque totalmente distorsionados y manipulados de manera retorcida, para hacernos creer que somos libres, que elegimos, que tenemos derechos, mientras estamos esclavizados a través de algo que nosotros mismos hemos elegido, condicionados por un colosal engaño que ha hipnotizado nuestros sentidos y secuestrado nuestra voluntad.
¿Hay remedio a esta situación?
Siempre el remedio es individual, y a medida que vamos librándonos de aquellos elementos que nos han mantenido arrodillados, nuestra percepción de nosotros y el entorno cambia, y lo más importante, podremos empezar a contagiar de manera positiva a los demás, mostrando nuestra capacidad de decisión, autoridad personal y determinación.
Por tanto, el cambio de una sociedad Distópica a una Utópica, o por lo menos a un equilibrio entre ambas, pasa inevitablemente por asumir que el cambio es posible, y que solo sumando nuestros despertares y alineándonos con nuestros verdaderos talentos, dejaremos de alimentar un sistema basado en la esclavitud de muchos, para el placer y divertimento de unos pocos.
De ese modo, convertimos la queja sobre lo que no nos gusta, en combustible para propulsarnos hacia el cambio que deseamos en lo más profundo de nosotros. Hagamos de los obstáculos escalones, trabajando en aumentar cada vez más la conciencia individual y colectiva, para ser más conscientes de nuestro verdadero poder personal.
Cómo empezar el cambio
Como decía Ghandi, se tú el cambio que quieras ver en el mundo. Un elemento muy poderoso a tener en cuenta es a quién entregamos nuestros recursos. Dónde compramos, en que banco tenemos nuestro dinero, cómo gastamos, ¿somos coherentes y comprometidos, o despilfarradores y despreocupados? ¿Compramos en comercios éticos, o no nos informamos de que se hace con nuestro dinero?
Un segundo paso implica la energía de nuestros pensamientos a acciones, estando muy presente y atento a nuestro ego, nuestros enfados, nuestros hábitos y toda la energía que nos haga sumar o restar en nuestros objetivos con el ánimo de cambiar y regular aquellos procesos que nos alejen de la mejor versión que queramos de nosotros mismos.
¿Hago lo que amo o amo lo que hago?
Para llegar a lo primero, empezaremos por lo segundo. Cualquier situación que se nos presenta, o trabajo que realizamos, o relaciones que tenemos familiares o personales, sino aceptamos ese punto de partida, amando la situación y sacando nuestro aprendizaje, no nos permitirá llegar a nuestro destino de autorrealización, puesto que todo está en nuestro camino para llegar a nuestra excelencia personal.
No te compares con nadie, somos únicos e irrepetibles, y por lo tanto nuestro reto está con nosotros mismos. Haz el máximo que puedas respecto a tus límites, sean los que sean, tratando de evitar hacerte trampas, bajando tu rendimiento por pereza o postergación.
Mantén limpio y ordenado tu entorno, una casa limpia y ordenada mantiene una mente limpia y ordenada.
Disfruta de tu tiempo libre, y nútrete con lo que más te llene.
Estos pasos dados juntos con el colectivo de la humanidad, ocupándose cada uno de su propia tarea, nos permitirían desarrollar una nueva sociedad. Personalmente, aunque me llamen iluso, prefiero seguir ilusionado en pensar en una sociedad en la que todos vivamos mejor. Si eso es una Utopía hagamos que se cumpla.
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