Las razones para acudir a un coach pueden ser tanto profesionales como personales, en ambos casos el coachee, es decir la persona que acude a la consulta ha de tener claro que papel juega el coach, puesto que no debe confundirse con un terapeuta, consultor, mentor o cualquier otro rol diferente al que el coach ofrece.

Un elemento fundamental que el cliente o coachee debe tener en cuenta, es que un buen coach nunca le dirá lo que tiene que hacer, ese papel corresponde a un consultor. Un profesional del coaching tratará de poner de manifiesto aquellos bloqueos o creencias que tiene el coachee mediante preguntas inteligentes y certeras que hagan confrontar al cliente con sus propios miedos y limitaciones autoimpuestas.

Las fases de las sesiones han de estar bien estructuradas, para poder comprender y asimilar las tareas que el coachee habrá de desarrollar para conseguir los resultados que se propone.

Cómo se desarrolla una primera sesión de coaching

En un primer contacto el coach tratará de identificar a través de preguntas concretas, cual o cuales son los motivos por los que el coachee solicita los servicios profesionales, puesto que el coachee puede estar confuso respecto a como proceder frente a una determinada situación, e incluso no saber como priorizar sus objetivos para conseguir sus metas.

Una vez se identifica el objetivo u objetivos a conseguir, se testea el momento presente, es decir que bloqueos, creencias, limitaciones o falta de herramientas y recursos tiene el coachee para llegar a su meta.

A partir de ese momento, el coach puede elaborar junto con el cliente un plan de acción que consistirá en los tiempos, acciones, herramientas y comportamientos que este último deberá implementar y/o cambiar para aproximarse a sus objetivos, a este plan se le denomina pasarela del cambio.

Tiempo y cadencia de las sesiones

No existe una regla fija de cuantas sesiones habrán de realizarse, esto dependerá de varios factores, por un lado, el calibre del o de los objetivos a conseguir en base al momento actual, y por otro las creencias y bloqueos que tengan que traspasarse, así como el nivel de compromiso del cliente.

A partir de ese momento lo normal es que la primera sesión tenga una duración de 90 minutos aproximadamente, y las posteriores 60. Los tiempos de comunicación, es decir de exposición y explicación serán más largos para el cliente, un buen coach habla poco y escucha mucho, su habilidad recae en hacer preguntas concretas y certeras que hagan movilizar a la acción al cliente.

Posteriormente, las sesiones pueden ser cada semana en un primer momento, pudiendo pasar a quincenales, testeando en cada una el progreso del coacheé, evitando que se desvié de sus objetivos iniciales. Es muy posible que durante las sesiones vayan apareciendo otras cuestiones fruto de elementos en sombra, es decir ocultos en el subconsciente del coachee, y que estos emerjan paulatinamente a lo largo de las sesiones, cuando el cliente se va abriendo cada vez más.

Coaching vs. Psicoterapia

Un coach no deberá alargar las sesiones más allá del cumplimiento de las tareas y objetivos asignados al cliente si estos se han cumplido y el cliente entiende, junto con el coach, que puede seguir solo y por su cuenta sin la necesidad de seguir necesitando los servicios de este.

Por ese motivo es fundamental que al inicio de cada sesión quede muy claro que se pretende conseguir para no divagar y desviar el trabajo hacia el psicoanálisis o la psicoterapia, lo cual puede alargarse “in hili tempore”, sin conseguir que el cliente se haga cargo de sus circunstancias y tome partido pasando a la acción.

Un profesional del coaching deberá saber elegir también a sus clientes en base al compromiso que estos adquieran con el proceso, siendo mucho mas honesto dar por terminados los servicios si el coachee no quiere o no se permite asumir sus responsabilidades para el cambio y consecución de sus metas.

Si quieres conocer más datos o quieres concretar alguna sesión pide tu cita, estaré encantado de recibirte.